El implante es activado entre 30 y 60 días posterior a la cirugía. Se realiza en una Unidad de Cuidados Intensivos con monitorización electrocardiográfica, por el riesgo de estimular estructuras del troncoencéfalo. El desafío de la programación es encontrar aquellos electrodos que produzcan la mayor estimulación auditiva sin generar efectos colaterales.
En un primer paso se configura el nivel máximo que es confortable y el mínimo que es percibido. Luego los canales que inducen sonidos no placenteros o que tienen efectos no auditivos como vértigo, estimulación del nervio facial y de las extremidades, entre otros, son excluidos.
El problema se genera porque a diferencia de los implantes cocleares no existe una relación tonotópica definida entre el implante y el núcleo auditivo. El IATC es un electrodo de superficie mientras que la organización tonotópica del núcleo coclear es perpendicular, por lo que es difícil obtener una discriminación tonal con el implante. Se debe hacer una escala y un ranking para determinar el orden tonotópico apropiado de los electrodos. Esto se realiza estimulando dos electrodos secuencialmente e interrogando al paciente para determinar cuál es más agudo. Si 2 canales producen un tono similar uno es desconectado. Esta información permite determinar la distribución tonotópica más adecuada para cada paciente.
Al finalizar las pruebas el micrófono externo es activado y según la impresión del paciente el programa es nuevamente manipulado.
Los pacientes son luego seguidos regularmente para evaluar la eficacia y seguridad de los implantes. Para esto se realizan varios test de percepción, entre ellos están las pruebas de detección de sonidos; la evaluación de lectura de labios con/ sin implante, con/sin visión; el reconocimiento de consonantes y vocales y el reconocimiento de oraciones cerradas y abiertas.
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